miércoles, 15 de diciembre de 2010

Indignación Rolera

Hace ya algunos días que quiero escribir sobre el tema, pero por unas cosas o por otras, lo voy dejando pasar.
Los que me conocen saben que soy jugadora de rol, y según la opinión pública y marginada social y una enferma.
Conste que soy la primera que crítica los estereotipos de friki rarito, y la primera que se indigna cuando se nos considera a todos así, y mucho más cuando se nos mete en el saco de los locos, y ya lo último, asesinos.

Todo esto viene a raíz de una carta al director publicada en el diario asturiano La Nueva España el 22 de Noviembre, la cual cito textualmente:

"Me llamo Jorge y soy jugador de rol. Lo digo con todas las letras y sin ningún miedo, pues al fin y al cabo me han enseñado que no es bueno avergonzarse de uno mismo.
Vaya por delante que nunca he creado disturbios en un cementerio, ni he rendido culto a ningún Dios pagano, ni salgo a la calle navaja en mano dispuesto a acuchillar al primer inocente que se me cruce, pero, sobre todo, y lo recalco: no he matado a nadie. Aunque me hagan pagar por ello.
Estoy, perdónenme la expresión, hasta los cojones de comentarios despectivos tan amplios y coloridos como la suma de todos los abanicos de nuestro país. Me han llamado loco, psicópata y satanista, pero la gota que colmó el vaso tuvo lugar el lunes pasado, cuando añadí un adjetivo más a mi colección: asesino. Con todas sus letras.
Les pongo en situación. 10.30 horas de la mañana en un autobús que me conduce a la ciudad en que se encuentra mi Universidad. Como habitualmente suelo hacer, busco algo en mi mochila para leer y, casualidades de la vida, escojo «El juego de rol del capitán Alatriste». En ese preciso momento el hombre sentado a mi lado empieza a ponerse nervioso y en voz muy alta comienza con una retahíla de lindezas tales como: «¡Satánico, apártate de mi lado, asesino!». Ahí comenzó la debacle. El conductor paró el autobús, el hombre y sus seguidores –varios viajantes, monja incluida– se movieron de su lugar hacia otro más seguro y comenzaron las miradas acusatorias hacia mi persona.
Hasta ahí sería algo que vería poco lógico aunque perfectamente normal, uno sabe cómo funciona la sociedad en estos días, pero lo que ya fue el colmo de la gilipollez fue la escena que me encontré al llegar a la estación de destino. Un par de nacionales esperaban a que recogiera mi maleta para pasar el cacheo oportuno y las preguntas de rigor hasta que entendieron lo dantesco e irreal de la situación.
No culpo a los agentes, estaban haciendo muy bien su trabajo, ni al pobre conductor, que intentaba lograr un entendimiento con los viajeros, ni tan siquiera al hombre que comenzó y propició todo desde el inicio.
Sin duda la culpa la tenemos todos. Ustedes y yo. Porque se estila demasiado en estos días hablar de algo de lo que no tenemos ni puñetera idea. De tener prejuicios por tonterías y de empaquetar a la gente en sacos por el color de su piel, su sexo, su condición social, su forma de vestir o por lo que le gusta hacer en su tiempo libre.
Sólo pido –desde el punto de vista más humilde– que la próxima vez que a su lado en el autobús, metro o en la calle se encuentre alguien diferente de usted por cualquier motivo le trate y le mire con el respeto que se merece: el de una persona normal.
El medievo hace seis siglos que se acabó, así que, por favor, enfunden sus espadas, que la cabeza sirve para algo más que para dar pelo."

No tengo palabras, en estas semanas he pasado de la incredulidad al cabreo y del cabreo a la pena.
Pena por ver que como siempre, los medios nos enseñan lo que nos quieren enseñar, y nosotros nos lo creemos sin preguntar.
Pena por ver que si sigo regalándole a mis sobrinos juegos cada vez más especiales los acabaré transformando en marginales sociales.
Pena por mí misma, porque incluso a estas alturas me sigue dando vergüenza reconocer en ciertos círculos que juego al rol.
Pena al ver que a pesar de que he conseguido que mis padres y mis hermanas no se horroricen cuando escuchan la palabra rol y que mi madre me acompañe a comprar libros de rol a mi chico, aún queda mucho garrulo del "pan y fútbol".

Pero a pesar de toda la pena, sigo confiando en que avancemos un poquito. En que gente de fuera del mundillo (por que en el fondo somos un poco gueto, ¿qué fue antes el huevo o la gallina?) como mi familia o mis suegros sean capaces de defender delante de algún capullo lo que es el rol.
En que nosotros mismos aprendamos también a salir a la luz, y en que se empiece a considerar el rol como un juego de mesa más.

Por curiosidad he estado leyendo en la Wiki, la definición que tienen de Juegos de Rol, y me ha gustado bastante, sobretodo la parte de Aportes de los Juegos de Rol, si teneis un momento para leerlo es bastante completo. Y me ha hecho ver también, lo cerca y al alcance que está de todos una definición fácil y sencilla y lo poco que se molesta la gente en aprenderla.

En fin que da mucha pena e indignación que pasen estas cosas, pero ¿sabéis que os digo?, que he sacado un crítico, y que voy a mataros a todos. :)

¿Y vosotros cómo veis el rol?

4 comentarios:

  1. La verdad es que es muy triste que en esto como en tantas otras cosas en España tengamos una visión sesgada y deformada, no es así en el resto de Europa, y es una lástima que permanezca así.

    Explicando y defendiendo los juegos de rol hay dos artículos muy buenos, escritos además por un miembro de la RAE, Arturo Pérez Reverte y aquí os dejo uno de ellos:

    http://www.encuentrosaleatorios.com/index.php/2010/12/homo-ludens/

    Y no menos interesante, la información del Ministerio de Educación sobre los juegos de rol:

    http://ntic.educacion.es/w3//recursos2/estudiantes/ocio/op_03.htm

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  2. Por cierto hay una segunda parte del caso que narras en tu artículo, os dejo enlace también:

    http://www.enrolados.com/?p=5520

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  3. Gracias por los aportes, todos reivindicamos

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  4. Salvo lo del Ministerio de Educación, que no he podido acceder desde los ordenadores de la tele, me he leído todos los enlaces que había dejado Tubal. Me ha parecido muy interesante y terminaré consiguiendo lo que me falta.
    La verdad es que si lo pienso, debe ser una faena, tener un hobby que nadie ó casi nadie entiende. Es más, no es que no te entiendan es que te demonizan, y formas parte de la marginalidad.
    Yo nunca he jugado al rol, pero estoy aprendiendo gracias a la friki (en su acepción alguien que tiene una gran aficción por algo)que tengo en casa que es una forma de ocio cómo otra cualquiera, y por lo que se ve, desarrolla la imaginación, el afán lector, la empatía con el otro...
    Vamos, que de todo se puede aprender. Lo mismo aprendo a jugar a algo para compartirlo con ALbertito.
    BESETES

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